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Posts Tagged ‘Blancanieves’


Érase que se era un martes por la tarde en la Universidad de Valencia, un lugar arquitectónicamente bastante cuadriculado y soso lleno de jóvenes promesas de no se sabe muy bien qué. Cerca de las ocho de la tarde, aunque la clase empezaba a las siete y media, el profesor –de cuyo nombre no quiero acordarme- aparecía por el pasillo con cara de “mi tiempo vale más que el vuestro, así que a esperar se ha dicho”. Los pupilos repanchingados en los bancos del pasillo entran en clase y se sientan delante de los ordenadores, pero el profesor tiene una sorpresa para ellos: “Hoy no será una clase normal, será una clase de creatividad”. Ésta frase no se llega a pronunciar, pero es realmente lo que se iba a llevar a cabo durante una hora larga.

Algo que todos buscan y pocos tienen

Primero un ejercicio para perder la vergüenza e interactuar con los compañeros de grupo. Algo así como crear un “floripondio monocelular”. Lo que viene siendo un abstracto. Después una historieta en forma de teatro, para perder la vergüenza enfrente de los demás. Más tarde un ejercicio de evocación, de esos de decir lo primero que se te pasa por la cabeza cuando te dicen una palabra. Seguidamente un ejercicio de continuar una historia hasta el absurdo (una princesa hombre, un huevo, dos huevos, un águila híbrido entre perro y murciélago, una poción mágica…). Y, finalmente, focalizar la creatividad generada durante la sesión en la búsqueda de ideas para diferentes sectores productivos. No estuvo  mal (pero eso no quita que piense lo que piense…).

Sin duda, una de las mejores partes de la clase fue la representación de la versión actualizada de Blancanieves. Aquí está el texto (corregido y mejorado):

BLANCANIEVES, LOS SEIS ENANITOS Y UN DESPIDO IMPROCEDENTE

Érase una vez, una empresa dedicada a la recolección de manzana que estaba capitaneada por una malvada bruja. La empresa se encontraba en graves problemas económicos por la mala gestión de su propietaria, quién se gastaba el sueldo de los trabajadores en espejitos mágicos. Los trabajadores empezaban a estar un poco hartos de la situación. La gota que colmó el vaso y les hizo reclamar sus derechos fue el despido improcedente (¡por ser guapa!) de Blancanieves. La bruja no podía soportar su belleza y su don de gentes. Los enanitos no se quedaron de brazos cruzados: decidieron ir a huelga.

“¡Aiho, aiho, a la huegla vamos tos’!” o “¡Por nuestros derechos: ma-to!”eran algunos de sus gritos de guerra. Ante tal alboroto, un príncipe que pasaba por la zona se acercó a curiosear. Estaba ocioso, como manda su profesión y no tenía nada mejor que hacer. Los enanitos le explicaron que habían despedido a Blancanieves por guapa. El príncipe decidió intervenir (repito, no tenía nada mejor que hacer). Detrás de éste repentino interés por el pueblo llano se encontraba su verdadera vocación: inspector de Hacienda. Así, se puso a investigar las cuentas de la empresa de manzanas y descubrió que la bruja había cometido… ¡fraude de espejitos mágicos!

Valiéndose de su situación privilegiada y sus contactos, el príncipe consigue destituir a la bruja de su puesto. Ante el nuevo horizonte que se les plantea, Blancanieves y los enanitos (que en éste cuento son 6 y no siete) deciden no querarse en paro. Así, ellos se quedan con la empresa de recolección de manzanas. Para evitar problemas de poder, acuerdan que la mejor solución es una cooperativa. El príncipe, que sigue sin tener nada mejor que hacer y al que le ha hecho tilín Blancanieves, decide participar en el proyecto y se queda en la cooperativa agrícola como contable. Sabe que es un puesto demasiado bajo para su estatus, pero el ambiente de trabajo es bueno y se lo toma como un hobby más.

Y colorín colorado, éste cuento se ha acabado.

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